Polignano. Monopoli. Alberobello.

 

AZUL DE MAR


MIERCOLES, 14 de mayo

Itinerario: Bari-Casamassima-Polignano al Mare-Monopoli-Alberobello

Pernocta: Camper Service Nel Verde. 24 euros (40.7825, 17.2342)

Pese a que a las 6 he oído el motor de un autobús,
no ha sido demasiado molesto y me he vuelto a dormir hasta las 7. Como hoy era un día denso nos hemos levantado pronto y puesto rumbo a Casamassima a donde en una media hora hemos llegado.

Le llaman el “pueblo azul” y tiene algunos rincones pintorescos con casas cuya fachada aparece pintada en un tono azul claro pero sinceramente, creo que la visita es prescindible.


Ahora ponemos rumbo a Polignano al Mare.

Aparcamos a la entrada y en poco tiempo nos encontramos frente al monumento dedicado a Domenico Moduño, originario de esta ciudad. Cantautor, guitarrista, actor y político italiano, representó en varias ocasiones a Italia en el Festival de la Canción de Eurovisión y en nuestro país más conocido por  “Nel blu dipinto di blu” (Volare).

Y como he leído en algún otro sitio, todos los turistas que no encontramos en Bari, están aquí. Se agolpan principalmente en el mirador de Lama Monachile hacia una pequeña cala de aguas turquesas transparentes y que pese a ser mayo está llena de gente incluso tomando un baño.

Nos acercamos a los dos miradores sobre esta pequeña cala para disfrutar de las hermosas vistas y luego nos adentramos por el laberinto de calles de la ciudad vieja que tiene rincones hermosos. Callejuelas empedradas a donde se asoman las  blancas fachadas de las casas. Pero hay mucha gente y como siempre me pasa, ensombrece la belleza del sitio.

Sin dejar de ver grupos de turistas y un poco agobiados por tanta gente que se mueve en masa, dimos por terminada nuestra visita y regresamos a la autocaravana haciendo una pequeña compra antes. Ahora ponemos rumbo a Monopoli

Llegamos a un aparcamiento cerca del mar donde vemos ya varias autocaravanas estacionadas y la primera española en varios días.

Cerca de 900 m nos separan de la parte vieja de esta ciudad. Hacemos el trayecto cómodamente, pero no dejamos de pensar en el calor que hará aquí en los meses de verano.

Sin dificultad, llegamos al casco viejo y nos dirigimos en primer lugar al puerto viejo, toda una belleza donde las aguas esmeraldas transparentes reflejan las barquitas fondeadas pintadas de vivos colores. Viejos edificios se reflejan en sus aguas, entre ellos el palacio Martinelli.

Recorremos este puerto hasta el castillo y nos internamos por las callejuelas retorcidas de su casco viejo.  Hermoso, sobrio, elegante, pero de nuevo…mucha gente.

Iniciamos el regreso a la autocaravana y ya nos sentimos cansados. Son casi las 14,30 y hemos visitado dos poblaciones. Decidimos irnos a comer a un pequeño acantilado con vistas al mar, cerca,  donde hemos visto varias autocaravanas.

Al recoger la nuestra, el dueño de la otra autocaravana, que curiosamente es el mismo modelo que la que tenemos nosotros, sale a saludarnos. Mantenemos una agradable charla. Son asturianos y después de viajar por esta región pasan en ferry hasta Albania. Lo que me hubiera gustado a mi porque alargas el viaje, pero ahorras un dineral, pero si ahora vamos a estar más de veinte días por aquí decirle a Angel que podemos añadir unos quince más,  no me lo planteo porque conozco la respuesta. Se trata de llegar a un acuerdo en la pareja para que estemos todos conformes y disfrutemos ambos. Alguna vez será, si es que es, `porque este país se me está haciendo algo cuesta arriba.

El sitio donde comemos es bonito, con unas hermosas vistas al mar de un color azul intenso, pero, como casi siempre, hay mucha guarrería por todos los lados lo que lo convierte en un lugar poco apetecible.

Después de comer debatimos qué hacer a continuación: Angel habría querido quedarse en el aparcamiento junto al Asturiano, pero a mi no me parecía un sitio agradable. No dejaba de ser un aparcamiento en una ciudad. Ahora cabían dos posibilidades: buscar un sitio aquí para pernoctar e ir mañana a Alberobello, o dirigirnos a esta ciudad ahora de la que tan solo media hora nos separaba, y nos decantamos por esta última posibilidad, aunque antes dedicamos una hora a descansar.

Llegamos al área de autocaravanas de Alberobello (40.7825, 17.2342) a las 18,00 horas. Es un aparcamiento compartido con coches. Los turismos se colocan en la parte superior a y las autocaravanas en la parte inferior al ser más plana. Hay olivos que en algunos casos delimitan el tamaño de las plazas.

Nos adjudican una junto a la zona de carga y descarga de aguas, en la pared que da a la calle aunque hay un agradable seto que nos ofrece intimidad. Intentamos otro lugar. Había dos juntas, una más grande que nos dijo que la reservaba para autocaravanas de mayor tamaño y la de al lado…quizás demasiado justa además de estar un poco inclinados, así que decidimos ponernos en la que inicialmente nos había adjudicado.

Una vez instalados nos picaba la curiosidad, así que sobre las 19 horas salimos a descubrir esta peculiar localidad.

Y realmente el área está cerca siendo el único valor de ella porque no deja de ser un aparcamiento entre olivos. 

Enseguida llegamos a la zona de los “trullis”  unas singulares construcciones blancas terminadas en un cucurucho invertido de color gris o negro y que componen  esta ciudad. Estamos ahora en uno de sus dos barrios o rionis, en el de Monti.

Estas viviendas están construidas con piedras superpuestas, sin ningún tipo de mortero que las sujete y lo único que “une” las piedras es la capa de cal que cubre el exterior de la pared. Así se consideraban viviendas temporales que se podían desmontar rápidamente y en el siglo XV sus propietarios evitaban pagar impuestos. En este barrio hay unas 1000 trullis.

Llegamos por la parte superior y fuimos descendiendo por las calles, ahora con menos gente. A lo largo de ellas se alineaban estas curiosas viviendas, redondas,  blancas, pequeñas, terminadas en un tejado cónico de pizarra negra y rematadas por un pináculo que puede tener diferentes formas: esférica, en disco, piramidal… Cada una de ellas sería la firma de un “maestro trullaro” –algo así como las marcas de cantero–. Aunque también podrían tener significados simbólicos y ser talismanes para alejar la mala suerte. Hay todo tipo de estudios sobre su significado y más aún sobre los de las marcas en ceniza blanca dibujadas sobre los techos. 

En casi todas ellas fructificaban negocios para turistas, souvenir, casi siempre los mismos, restaurantes, bares… todo de cara al turismo. Algo que se repite siempre, lugares peculiares, donde sus habitantes se dedican mayoritariamente al turismo, en todo aquello que podemos demandar, desde suvenir, a restauración,  lo que le hace perder parte de su identidad. Pero no es una crítica. De algo tendrán que vivir y explotan lo que tienen.

Nos dejamos perder por sus calles fascinados por este lugar. Nunca jamás habíamos visto algo  parecido.

La apariencia de estos edificios tenía que ser deliberadamente precaria para dar la idea de que podrían ser fácilmente demolidos en caso de inspección. Tras un primer asentamiento inicial de unos 40 trulli, se produjo una gran expansión en el siglo XVII. Sin embargo, no fue hasta finales del XVIII cuando Alberobello se liberó de todas las obligaciones fiscales por orden del rey de Nápoles. Pero la tradición de los trulli continúa vigente.

Cuando caía la luz decidimos regresar. Y tengo que decir que fue un pequeño error. Sí que es verdad que disfrutamos del lugar con mucha menos gente, sin los grupos de turistas que deben de inundar las calles por la mañana, pero si en vez de salir a las 19 horas y regresar a las 20, hubiéramos esperado al anochecer habríamos visto esta ciudad con la iluminación característica. Y es que leo que cada barrio lo ilumina con colores distintos. Pero…nos empujó la curiosidad  y la impaciencia, además de  la certeza de saber que ahora  íbamos a encontrar  poca gente, y añadimos otra que hubiera sido determinante:  si hubiéramos dejado nuestro paseo para las 20,30, seguramente no hubiéramos tenido ganas de caminar. Hoy ha sido un día denso.  

Una vez en casa y en un  momento determinado vemos que las luces del frigorífico empiezan a parpadear todas a la vez y se enciende el led rojo de apagado. Extrañados lo apagamos del todo, esperamos unos minutos y volvemos a encender. No pasa nada, pero a los 15 minutos vuelve a ocurrir.  Desconcertados solo nos queda desenchufarla del poste. Las instrucciones no dicen absolutamente nada, e internet tampoco.

Volvemos a conectarla y de nuevo a los 15 minutos nos da el fallo. A la desesperada me pongo en contacto por whatsap  con nuestro amigo Jesús que se ha convertido casi en un “guru” para nosotros. Le mando un video de lo que hacen las luces.

Me contesta como siempre rápidamente y me dice que tiene pinta de que posiblemente no tengamos los suficientes amperios para alimentar el frigorífico, que a ellos les ha pasado en Italia, que son tacaños. Comprobamos que a gas sí funciona. Bueno, en el  peor de los casos con gas podemos seguir funcionando porque si no, me veía todos los días en la tienda.

Más tranquilos después de nuestra conversación con Jesús, cenamos, vimos un poco una serie de netflix y nos fuimos como siempre, pronto a la cama. Los dos nos despertamos sobre las 6,30 y ya no retomamos el sueño así que es mejor irse a descansar temprano, y más hoy  que ha sido un día muy intenso. Mañana comprobaremos que pasa con el frigorífico

EL BLANCO

15 de mayo, jueves

Itinerario: Alberobello-Locorotondo-Ostuni

Pernocta: Area Sosta Camper Masseria Appia Traiana. Ostuni. 30 euros (40.7722, 17.5839)

Hoy amanece nublado aunque no hace frio. Amenaza lluvia e incluso se dejan caer unas gotitas antes de salir, así que cogemos un paraguas y nos preparamos para hacer un recorrido por esta singular ciudad.

Hoy hay otra luz y aunque está nublado es mejor que la de ayer. Vemos gente, pero son las 9 y hay poca. Algún grupo de orientales pero nada más.

Nos dejamos engullir por las callejuelas  donde los trullis se alinean uno junto a otro. La verdad es que casi es un paisaje irreal, como de casas de juguete o de belenes de navidad o de una maqueta. Y me siento extraña caminando entre líneas de casas de las que parece que van a salir gnomos o duendecillos azules.

Nos acercamos al trulli siamés, formado por dos cúpulas una al lado de la otra, para descender  después hasta lo que parece la arteria que separa los dos barrios principales y lo hacemos por una calle que tiene paquetes cuadrados de ramas atadas a las que le han puesto unas tiras de luces. Suponemos que para la iluminación nocturna. Deben ofrecer un bonito espectáculo.  Cruzamos esta arteria y  ascendemos hacia el mirador de Santa Lucia.

Desde allí el paisaje parece salido de un cuento, o de un sueño. Vemos los perfectos cucuruchos negros sobresaliendo de las casas, uno junto a otro, uno detrás de otro, delante, al lado…conformando un curioso y onírico paisaje. Estos cucuruchos negros contrastan vivamente con el blanco de las paredes.

Nos internamos ahora por las  calles de Rione Aia piccola, el barrio más pequeño del centro histórico de Alberobello con 590 trullis.  Pero ya es la hora de las hordas  de turistas y grupos muy numerosos que siguen a un guía invaden ahora las calles. Como son tan estrechas, agobian un poco. Incluso atravesar estos grupos es difícil y yo sobre todo, me centro en dejarlos atrás.

Contemplamos pequeños rincones realmente bellos donde incluso la cotidianeidad de sus habitantes consigue colarse, como un abuelete separando almendras que luego vemos tostadas con sal en saquitos de plástico. Aquí no hay negocios para turistas y parece que la gente vive una tranquila vida habitando estas viviendas cargadas de historia.

Y nos hubiéramos dejado atrapar más por este sitio, pero la gente nos expulsa.

Así que ponemos rumbo al trullo sovrano,  denominado así por su tamaño.  Data del siglo XVII-XVIII. Es el más grande de Alberobello, con su cúpula de unos 14 metros de alto en el centro de un grupo de doce cúpulas. Es también el único con dos plantas de verdad, conectadas por una escalera de mampostería –los demás tienen pequeños altillos a los que se llega con escaleras de mano–.

Está amueblado con piezas originales de principios del siglo XX. En nuestro camino hacia él vemos un grupo grande de turistas que se aproxima y me doy casi una carrera. Si llegan antes….imposible moverse por el interior de estos sitios tan pequeños aunque este sea el de mayor tamaño.

Sin mayores dificultades llegamos y bastante antes que el grupo por lo que podemos disfrutar de ese único trulli que parece casi de lujo, con habitación para el servicio.

Descendemos ahora con intención de ir a la iglesia de san Antonio que es también un trulli. Justo al otro lado deñ Rione Aia Piccola, donde estamos ahora. Atravesamos de nuevo esta arteria-plazoleta y ascendemos una vez más para introducirnos en el Rione di Monti. Ya casi que vemos estas curiosas construcciones con normalidad pero no dejan de ser impresionantes por su peculiaridad.

Llegamos arriba hasta la iglesia de San Antonio, distinta, en lo alto del Rione Monti.  Se trata de la única “iglesia trullo” existente y data de principios del siglo pasado. No me resulta atractiva, ni siquiera armoniosa aunque si podría definirla como “distinta”.  

Me atrae más la arquitectura popular, al menos en este caso. Descendemos por la calle en la que hay un grupo de trullis en cuyo cono hay dibujados signos. Es la segunda vez que pasamos por aquí aunque hoy los vemos con otros ojos y otra luz. Nos dirigimos al trulli siames que esta mañana estaba cerrado y una vez dentro compruebo que no hay nada especial en su interior. Otro comercio más.

En nuestro camino entramos en un trulli donde podemos observar la piedra viva con la que se ha construido el cono del techo.  

Una vez abajo, por tercera vez, decidimos dar por terminada nuestra visita. Regresamos al área, cargamos y descargamos agua y después de comprar pan en un comercio cercano, ponemos rumbo a Locorotondo.

Allí dejamos la autocaravana en un aparcamiento frente al área pero cuando nos estamos preparando para salir, comienza a llover y lo hace de forma intensa. Esperamos pacientemente. Y afortunadamente cesa en poco tiempo. Yo no obstante voy preparada para lluvia.

En pocos minutos atravesamos un arco que nos introduce en un paisaje de calles blancas, inmaculadas, limpias, en alguna de ellas  las macetas con flores, realzan la sencilla belleza de ese blanco casi inmaculado. Todas tienen escaleras para acceder a las viviendas, lo que nos llama especialmente la atención.

Su casco histórico es completamente redondo, es decir, que sus calles se disponen en anillos como se indica en su nombre: deriva de locus (lugar/caserío) rotondus (rotondo o redondo).

Llegamos a lo que parece el edifico más emblemático de la localidad, el Palazzo Morelli, de principios del XIX  en el que destaca su magnífico pórtico barroco o sus ventanas balconadas, cuyas barandillas de hierro le dan un toque especial al edificio. Hoy es la biblioteca municipal.

Ahora nos dejamos atrapar por la magia de la sencillez, por la tranquilidad que se vive por estas callejuelas cuyo ancho no permite el paso de ningún tipo de vehículo. Nos perdemos por ellas, por los pequeños rincones  con cactus o tiestos  dispuestos en las esquinas, en sus escaleras, atraídos por  las puertas pintadas y ropa tendida al sol.

Y aunque hay turistas, son pocos, algunos los hemos visto en pequeñas furgonetas. No parece un destino muy solicitado aunque tiene el encanto de la sencillez, la armonía, la homogeniedad, la serenidad. 

No puedo dejar de recomendar visitar esta pequeña localidad que dista tan solo 13 km de Alberobello.

Recogemos la autocaravana y tomamos la decisión de dirigirnos directamente a un área de autocaravanas cercana a Ostuni, a unos 6 km. Es cara, 30 euros con luz incluida, pero parece estar en medio de una impresionante finca de olivos centenarios. 

Y la encontramos a unos 100 metros escasos de la carretera. Allí llegamos sobre las 14,30.  Nos topamos con una reja cerrada pero llamamos a un portero y rápidamente nos atienden. En inglés la digo que queremos pasar la noche allí y nos abre las puertas.

Accedemos por un camino de tierra con el edificio de la vivienda al fondo. Siento que entro en el “Falcon Crest” de las aceitunas (los que sean de mi generación sabrán de qué hablo). Al fondo una hermosa casa solariega, sencilla, pero en su interior se respiran años de historia y árbol familiar. Esta casa está rodeada de un hermoso y sencillo jardín muy cuidado.

Le entregamos la documentación, abonamos la estancia y nos entrega un mando a distancia por si queremos salir, una hoja de instrucciones en castellano  y una pequeña botella de aceite de oliva virgen que enseguida pruebo. Es bueno,  si aun no he perdido mi gusto y práctica en la cata de aceites de oliva virgen extra cuando formada parte del panel del Ministerio, aunque ya han pasado más de cuatro años de eso.

Se queda con un carnet, supongo que no es el primero que se ha llevado el mando y a devolverlo no volvería si no fuera porque  también se ha dejado también el carnet o pasaporte. Una buena medida. Y a mi, no deja de molestarme esta costumbre italiana de hacer fotocopias a los carnet de identidad, y las hacen en color. En España es algo que no permito de ninguna manera, pero, estoy en su país.

Seguimos las indicaciones hasta llegar a unos 100 metros de lo que son los jardines y la casa para encontrarnos unas  plazas planas sobre piedrecillas, arboladas con grandes pinos que ofrecen buena sombra. Dispone de baño y ducha en unos contenedores,  así como de una zona para fregar. Dispersos hay sillones grandes de plástico que parecen cómodos. Pero como después de comer rompe a llover  y no para, no hemos podido salir a explorar nada, ni siquiera a disfrutar de los enormes e impresionantes olivos de la finca.

Son cerca de las 20 horas y aunque parece que ha aflojado la lluvia, no nos fiamos mucho. Se trata, por lo que me dice mi hermana de la borrasca “Inés”, y los pronósticos dan también lluvia para mañana en que teníamos previsto visitar Ostuni para luego terminar en Lecce, en un área a varios kilométricos que dispone de una lanzadera para visitar la ciudad ya que ésta no tiene reas y por seguridad siempre buscamos una.

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