UNIDOS POR CARLOS III
23 de mayo, viernes
Itinerario: Palacio de Caserta-Casertavecchia
Pernocta: Sosta Camper Caserta. Caserta. (41.101404,
14.322771). 15 euros
Aunque hemos quedado con Franco a las 9,30 sobre las 8,30 le oímos
trajinar y vemos a dos jóvenes esperando fuera. Las pregunto pensando en que
podrían ir al mismo sitio que nosotros y
así unirnos para salir un poco más temprano. Una habla español. Nos dicen que
van a hacer una ruta por el bosque de
las muchas que hay. Le pido que nos haga de traductora ya que Franco solo habla
italiano y que le pregunte si podemos irnos antes para aprovechar mejor el día
y nos responde que si nos parece bien, en cinco minutos salimos para el Palacio
de Caserta. Aceptamos.
Franco, pese a que nos dice que tiene 82 años, conduce con una agilidad
envidiable y no solo demuestra su habilidad al volante, sino que ya el día de
nuestra llegada se mostró como una persona resolutiva y decidida usando sin
ningún titubeo el teléfono como
traductor.
En poco tiempo nos deja a 50 metros de la entrada al Palacio ya
que nos dice que tiene un pase especial que
le permite acercarnos tanto y que cuando terminemos le llamemos para venir a
recogernos. Yo le digo que sería una llamada internacional y que mejor le envío
un whatsap. Luego me doy cuenta de que le puedo hacer una llamada con esta
aplicación que es gratuita.
En las taquillas del Palacio abonamos 18 euros por cabeza para ver los
apartamentos y los jardines. Y siguiendo el consejo de alguien que nos
precedió, decidimos comenzar por los jardines.
Alquilan bicicletas, pero al salir no vimos donde. También hay un servicio
de microbuses eléctricos para llegar hasta el final y también carritos de
gol para tres o cuatro personas, más caros claro.
Nosotros decidimos ir caminando aunque quizás mi consejo sería subir en
el autobús, visitar los jardines ingleses para luego regresar caminando por la
parte central disfrutando de la vista del Palacio y además, es cuesta abajo.
El imponente complejo, símbolo de la riqueza y el poder de los
Borbones, no se terminó hasta 1845, cuando el Reino de Nápoles y el Reino de
Sicilia ya se habían unificado como el Reino de las Dos Sicilias.
A partir del edificio, tomamos
el paseo central por donde circula el
agua llamada “Via d’acqua”.
Desde la fuente circular Margherita, decorada con motivos florales
simples, se ramifican dos caminos laterales principales. En nuestro paseo vamos
viendo una serie de fuentes
escenográficas adornadas con estatuas inspiradas principalmente en los temas de
la mitología clásica.
Para alimentar los espectáculos de agua del Palacio, Carlos de Borbón
promovió la construcción de un nuevo acueducto, que tomó de él el nombre de Acueducto
Caroline y que supuso una impresionante obra de ingeniería hidráulica que en
ese momento despertó la atención de toda Europa y que proporcionaría al Palacio
y al Jardín el agua que necesitaban para sus fuentes y cuencas.
La primera fuente que encontramos es la
«Fuente de los delfines», dominada por dos delfines y un monstruo
marino, donde el agua sale de las bocas de los tres grandes peces de piedra.
Luego llegamos a la «Fuente de Eolo «, hecha de mármol. Según el proyecto
original, esta fuente debería haber tenido más de 50 estatuas que representaban
los vientos, ya que se inspiró en la» Eneida «de Virgilio, en la que Eolo
desata los vientos contra Eneas sobre el solicitud de Juno. Pero quedó
inacabada.
Fue realizado por un botánico inglés quien
comenzó el trabajo en el área cerca de la Gran Cascada del final, donde
la tierra inclinada hacia el Sur se presta para el cultivo de especies
exóticas. El Jardín Inglés cubre en total un área de más de 24 hectáreas y
puede considerarse una variante del jardín ordenado y geométrico de estilo
italiano.
Y nos dejaríamos sin visitar otros rincones como invernaderos o un
acuario destinado a plantas acuáticas, un jardín de rosas, entre otros. Y de nuevo los mapas de google se mostraron
muy efectivos a la hora de dirigirnos e impedir que nos perdiéramos.
Aquí se acumula ya un mayor número de visitantes que deben de formar
parte de grupos y a los que han trasladado en los microbuses. Estamos debajo
del mirador en el que estuvimos ayer y desde aquí podemos disfrutar la vista de los jardines
italianos con el palacio al fondo. E iniciamos el regreso, protegiéndonos del
sol caminando debajo de la sombra que nos ofrecían los pequeños arboles de un
lateral.
A través de pasillos nos asomamos a este pequeño teatro que nos parece
mágico y encantador. En forma de
herradura y con cinco pisos de palcos decorados fue concebido en una fase
posterior a la planificación del Palacio.
Ahora nos dirigimos a los apartamentos reales y nos cuesta algo orientarnos.
La escalera de honor es impresionante, magnifica, elegante. Asciende
hasta la mitad para desdoblarse en dos que escalan cada una por un lado. Esta
estructura maravillosa posee una gran cúpula que consigue enmascarar el espacio para la orquesta, dando
el efecto de un "coro invisible". Ha servido de inspiración para
muchas otras bellas escaleras diseñadas posteriormente.
Visitamos la pequeña capilla, una maestra barroca que rivaliza con Versalles en opulencia y tamaño. Es un espacio impresionante inspirado en Versalles, con una sola nave y dos filas de columnas. Pese a la decoración algo recargada de la época, resulta elegante.
Y accedemos equivocadamente a
una parte donde hay una exposición de arte moderno. Y…lo siento, no me gusta.
Seré una ignorante porque no lo comprendo. En un salón encontramos perfectamente alineadas sillas transparentes que
dan la sensación de no ocupar espacio y un piano de cola que están afinando.
Recuperamos el vestíbulo y nos dirigimos ahora a la zona de los
apartamentos reales que vamos desgranando uno a uno.
Durante la segunda Guerra mundial el palacio se utilizó como sede del mando aliado por lo que se modificó y resultó también dañado necesitando varias décadas para restaurarlo y reabrirlo al público.
Y…busco los relojes que coleccionaba Carlos III, pero curiosamente
apenas vi alguno.
Atrás vamos dejando estancias,
habitaciones, baños, hasta llegar
a la biblioteca Palatina, con un considerable número de volúmenes. Ocupa
actualmente tres salas y dos antecámaras. A principios del XIX la colección de libros contaba con casi 3000
obras con un total de más de 7000 volúmenes. Muchos de ellos siguieron a los
Borbones a Sicilia durante la ocupación francesa, pero regresaron a Caserta con
la Restauración. La biblioteca continuó creciendo en años posteriores. Y
durante la Segunda Guerra Mundial muchos
ejemplaros fueron robados o dañados.
Es en esta parte del palacio donde encontramos grupos de visitantes,
dos de ellos españoles, suponemos que de algún crucero que esté por Nápoles.
Pero lo que sobre todo vemos son grupos de escolares, de niños o adolescentes
con sus profesores. Sortearlos a veces es difícil.
Para terminar llegamos a una sala que recoge en el centro un enorme belén de 1200 piezas en una vitrina y en otras hay grupos de figuras. Realmente hermosas, aunque no somos muy aficionados a ellas.
A las 12,15 damos por terminada la visita al palacio y nos disponemos a
llamar a Franco. Lo hago a través de whatsap; responde diciéndonos que en cinco minutos
está, que es como “Spiri González
Y en cinco minutos no, porque nos dice que ha habido un accidente –lo raro es que no haya más por la forma de conducción que tienen- , pero sí llega en diez. Ahora ponemos rumbo a Casertavecchia una ciudad medieval.
El trayecto a Casertavecchia
nos cuesta 6 euros por persona ya que la
distancia es mayor. Y allí se dirige nuestro especial conductor con su panda
subiendo por una carretera que figura como abandonada al construirse otra de más reciente. En poco
tiempo nos deja en esta ciudad medieval construida en lo alto de una montaña y
desde donde se disfruta de un paisaje único: podemos contemplar de izquierda a
derecha el Vesubio, el palacio de Caserta, la Isla de Capri y la isla de
Isquia. Un lujo de mirador.
Franco nos dice que en hora y media hemos visitado esta pequeña ciudad,
pero que le llamemos veinte minutos antes de terminar que es lo que tarda él en
subir.
Viejos caserones de abren a ellas
con algunos rincones realmente hermosos
donde las grisáceas paredes de granito están adornadas con plantas y flores
ofreciendo un maravilloso contraste.
Casertavecchia fue feudo de varias familias aristocráticas en la Edad Media y el Renacimiento, y posteriormente pasó a formar parte de las posesiones de la dinastía borbónica durante el siglo XVIII. Desde entonces Casertavecchia se ha transformado en un barrio periférico de la gran ciudad.
Por callejas estrechas con rincones hermosos y entre antiguos palacios nobiliarios, dejamos atrás una pequeña iglesia aparentemente sin interés hasta llegar a la plaza donde se encuentra la catedral.
Peculiar construcción exterior y con un interior muy hermoso, sencillo y amplio.
Esta sencilla catedral es la auténtica protagonista cultural del pueblo, espléndido ejemplo de arquitectura medieval
Se acaba de celebrar una boda y los novios andan por aquí con la corte
de fotógrafos y demás parafernalia.
Miramos algunos restaurantes. La mayoría están cerrados porque al margen de los invitados y algún que otro turista contados con los dedos de una mano, no hay nadie. Pero son caros y para comer una ensalada con una pizza, mejor en casa porque la hora a la que llegaremos nos lo va a permitir.
Sobre las 14 horas damos por finalizada la visita a esta ciudad. Bonita,
pero creo que prescindible si no se dispone de mucho tiempo libre.
En realidad pienso que después de visitar el Palacio Real podríamos
haber marchado hacia nuestro siguiente destino, un agroturismo cercano a los
jardines de la Ninfa, pero vamos estupendamente bien de tiempo, tanto, que
adelantamos un día la llegada a Roma. En los jardines de la Ninfa poco podemos
hacer aparte de visitarlos, visita que se hace en una hora y si hubiéramos ido
hoy habríamos estado dos noches allí ya que solo abren los sábados y domingos,
sin nada más que hacer o visitar en las cercanías.
Así que decidimos dedicar esas dos noches a pasarlas en este lugar tan
peculiar y tranquilo. La noche del sábado la pasaremos en los jardines de la
Ninfa después de verlos para partir el domingo hacia Tivoli terminando nuestro
recorrido en la “ciudad eterna”.
Hemos llegado al área a las 14,30. Hemos comido y descansado y después
de ello, como Franco hace tantos viajes, al oirle hemos salido a pagarle. En total hemos
abonado 54 euros por la estancia de dos noches con luz y su dedicación a
llevarnos y traernos durante toda la mañana a nuestra disposición. Creemos que
es un precio justo que se destina además
a WWF. Ducha y …nos quedamos sin internet. Dura como 1 hora en que no
tenemos nada ninguno de los dos, pero va y viene. Ya lo había leído, que en el
lugar, no hay buena recepción de red.
Para abonar nuestra estancia Franco nos invita a bajar a la puerta de
entrada donde hay cobertura. Y así lo hacemos. Para subir Angel dice que lo
hacemos caminando pero yo le enseño las chanclas y le digo que prefiero que nos
suba Franco en su panda. Y como no puede dar la vuelta allí, comienza a dar una
marcha atrás completamente loca, unos 100 metros o más a una velocidad endiablada,
como si condujera hacia adelante. A mi me entra la risa floja. En mi vida he visto
a nadie de conduzca así. Pero Franco, este señor, pequeño, de nada más y nada
menos que 82 años, sí lo hace. Angel se pone muy nervioso y se ve golpeándonos
y en un hospital. Pero no pasa nada, llega a donde puede girar, lo hace y nos
deja en nuestra casa. Sorprendente este hombre, su vitalidad, su energía
contagiosa, su capacidad resolutiva. Es una maravilla.
Ahora somos cuatro autocaravanas, dos italianas y una alemana además de
nosotros. No deja de venir gente a este lugar y tengo que decir que el servicio
y la atención que brinda Franco es excelente. Impecable. Pero tengo que añadir
que el “alma” de este lugar es sin duda alguna, él.
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