EL COLOR Y LA HISTORIA EN PIEDRA
18 de mayo, domingo
Itinerario: Torre dell’orso-Farallones las dos hermanas-Farallones de Santa Andrea-Cueva de Bauxita-Otranto
Pernocta: Area de autocaravanas de Otranto (40.1404,
18.4914) 12 euros.
Como un despertador a las 6,30 ya estamos con los ojos abiertos. Lo que
hacen los años, eso sí, a las 23 horas ya estamos en la cama y media hora
después, durmiendo.
Después de desayunar, a las 9, partimos hacia unos farallones llamados las dos hermanas, a unos 2km de aquí. Y sintiéndolo mucho, no pudimos despedirnos de Margarita que no estaba. Supusimos que sería su día libre. A cambio estaba el que parecía el dueño y que pernoctó en una autocaravana cercana a la nuestra…un poco escandaloso el hombre ya que puso música alta y encima…la acompañaba bailando muy animadamente. Pero en honor a la verdad tengo que decir que le duró poco.
En la misma carretera que se dirige a Otranto, a 2 km, está la
desviación para el aparcamiento. Hay uno a 100 m de la carretera. El camino
asfaltado continúa acercándose a estos farallones, pero me parece muy estrecho
y decidimos dejar la autocaravana aquí que cuesta 3 euros aunque hoy o al menos
ahora, la caseta destinada al cobro está cerrada.
Caminamos los 500 metros que nos separan del otro aparcamiento donde
vemos una camper y una autocaravana que posiblemente hayan pernoctado aquí. Un
lugar estupendo para hacerlo. Y aunque la carretera es estrecha, la visibilidad
es buena y hay tramos que permiten
echarse a un lado aunque dudo de que cupieran dos autocaravanas si se cruzaran.
En unos diez minutos estamos asomándonos a este acantilado y frente a nosotros tenemos dos farallones parecidos entre sí en medio de la inmensidad azul. Y es que aquí las aguas del mar son de un azul añil intenso. Esta intensidad del color me llama especialmente la atención. No la he visto, o al menos no lo recuerdo, en ningún otro sitio del Mediterráneo.
Regresamos sobre nuestros pasos para dirigirnos a la siguiente parada,
los farallones de Santa Andrea, también
a escasos kilómetros de éstos. Aquí figura un aparcamiento frente a ellos y
área de autocaravanas. Cuando llegamos, una vez más, una prohibición de
estacionamiento a autocaravanas, y como Angel dice que cree que no le va a
aportar nada más, se queda mientras que me asomo a la costa.
Hacia la derecha observo una escarpada costa con una playa y a la izquierda se abre una cavidad donde se
introducen las cristalinas aguas del mar. Un bonito rincón, pero no de esos que
dices que son inolvidables. Como se pasa
cerca una breve parada no está mal. Pero, prescindible.
Continuamos ahora hasta Otranto.
Allí hay un aparcamiento-area que cuesta 10 euros y es donde pensamos dejar la
autocaravana mientras visitamos la ciudad. No me gusta dejarla en cualquier
sitio y prefiero pagar algo pero que esté
vigilada. Esto es Italia, y además, el Sur.
Pero antes hemos pensado acercarnos a la Cueva de Bauxita que está a 2km escasos de la ciudad.
Y llegamos a un aparcamiento (son terrenos cultivables que se dedican a
esto) donde nos cobran 2 euros y nos dice escuetamente que por la carretera y a
la izquierda, así que vamos…detrás de todo el mundo. Pero observo que la gente
se acerca a la costa y esto me extraña así que le pido ayuda al navegador que
me indica que nuestro destino lo hemos dejado atrás y a la derecha.
Rectificamos y allí la encontramos. Se trata de un pequeño lago que se formó en una antigua mina de bauxita, así que lo que vemos es un agujero relleno de agua de color verdoso y cuyas paredes en terracota intenso contrastan vivamente con la vegetación del entorno creando una bonita imagen. Pero Angel dice que no es nada del otro mundo. Y es verdad. Una curiosidad más que tienes que ver para juzgar si merece o no la pena venir hasta aquí.
Lo cierto es que para llegar he tenido casi que cruzar Otranto y me
pongo muy nerviosa atravesando ciudades. Tengo la sensación de que en algún
momento me puedo quedar atrapada y lo paso realmente mal.
Regresamos al aparcamiento y ponemos rumbo al área de autocaravanas
(40.1404, 18.4914) 12 euros, por la que, dicho sea de paso, hemos pasado cuando
nos hemos dirigido a la cueva de Bauxita.
Entramos y a las 11,30 solo hay dos autocaravanas y nos instala a la
entrada junto a un muro. Al fondo hay otra zona más grande que debe ser la que
está destinada a las autocaravanas, pero supongo que al ser ahora solo dos nos
deja allí. A última hora de la tarde las que van llegando son instaladas en
esta otra parte.
Nos preparamos para visitar la ciudad. Lo más interesante de ella está
en la catedral: el mosaico del suelo, único, pero el smartphone me dice que
cierra a las 12 y que abre a las 15 horas. No nos da tiempo. Así que tendremos
que restructurar nuestros planes: comeremos en la ciudad, veremos la catedral y
luego ya, dormiremos aquí porque ya quizás no merezca la pena bajar a un área
que hay a unos 6 km de aquí, con vistas al mar.
Nos dirigimos en primer lugar a la Iglesia Bizantina de San Pedro.
El centro está a unos 500 metros del
área.
Nos encontramos primero con el castillo aragonés, impresionante fortaleza con foso y en un descuido…no veo un escalón lateral y me caigo todo lo larga que soy. Y es que tanto las aceras como el suelo son de mármol, del mismo material por lo que apenas distingo entre acera y carretera y entretenida por el castillo no he visto el relieve que marcaba la separación.
La caída es muy aparatosa. Aparentemente no ha pasado nada, pero ahora
tengo el pie izquierdo vendado y me duele. Posiblemente haya sido un pequeño
esguince que espero que pase pronto y no me limite demasiado. A ver como paso
la noche y estoy por la mañana, pero podría haber sido muy serio…si no lo es ya
pero el color del pie es bueno.
Después de este incidente y como esta “caliente” y sin apenas dolor, continuamos caminando por callejones estrechos y blancos. En nuestro camino adelantamos a un nutrido grupo de turistas ya que a la entrada de la ciudad hemos contado siete autocares que multiplicados por 50 personas nos dan unas 350 llenando estas estrechas calles.
Llegamos a esta pequeña iglesia construida entre los siglos IX y X que parece que desentona con respecto al entorno. Su interior es sorprendente y hermoso ya que conserva gran parte de los frescos pintados en su época. Su planta es una cruz griega con tres naves. En los tres ábsides posteriores se encuentran los espléndidos frescos de estilo bizantino que datan de los siglos X al XVI y que conservan todo su colorido. Las pinturas más antiguas son el Lavatorio de los Pies y la Última Cena. Esta iglesia funcionó como la primera basílica de Otranto.
Mientras disfrutamos de esta pequeña joya vemos que la guía del grupo
que hemos adelantado no les introduce en esta iglesia. Mejor para nosotros que hemos disfrutado de
ella en completa soledad. Supongo que lo que es más atrayente de la ciudad son
los mosaicos del suelo de la catedral, así que entrar aquí es secundario además
de que cuesta dinero. La persona que la vigila nos dice que hasta las 13 horas la
catedral permanece abierta y son solo
las 12 así que nos dirigimos a ella, de nuevo sumergidos por pequeñas y
estrellas blancas calles llenas de puestos de souvenir y artesanía,
restaurantes o heladerías.
El edificio de la catedral sorprende por su sobriedad y elegancia, característico del románico. A finales del siglo XV esta iglesia, completamente cubierta de frescos, fue arruinada por los otomanos que transformaron el edificio en una mezquita. Pero salvaron el suelo de mosaico –que data del XII- que descubrimos en su interior.
La parte central está protegida y no se puede pisar, pero sí las laterales.
La parada en Otranto merece la pena aunque nada más que sea por admirar
esta obra de arte única.
Bajamos a la cripta y de allí ascendemos hasta la girola de la catedral,
detrás del altar donde está el osario,
tres enormes urnas que contienen
los huesos de los 800 mártires cristianos que fueron asesinados por los
turcos en el siglo XV.
Vamos mirando algún lugar donde comer a un precio razonable porque
Italia…es cara. Nos sentamos en un pequeño restaurante a degustar una ensalada
y unas pizzas, pero…no tan buenas como las que tomamos en Bari. Unas veces se
acierta…y otras no.
Es pronto. A las 14 horas regresamos. Angel se detiene en una pequeña tienda a comprar un imán a una artesana y cuando entro yo y le comento algo sobre su elección, la dueña dice que me regala uno y que elija el que desee. Sorprendida ante un ofrecimiento tan inusual para mi, la digo que lo haga ella por mi, ya que es su regalo. Dice que el de mi marido que lo pague él, que en mío me lo regala ella. Qué país más curioso, de grandes contrastes: o te tiran piedras o te hacen regalos. Solo recuerdo otro artesano anónimo que me regaló una de sus obras que aún conservo. Fue en Palma de Mallorca hace ya la friolera de más de 40 años. Entonces no lo podía pagar. Me gustó y él, me lo regaló.
El regreso se me hizo pesado, largo, me pierdo un par de veces. Estoy
preocupada por el pie. Ahora me duele y quiero ver que ha podido pasar.
Cuando llegamos lo reviso cuidadosamente pero no veo nada destacable.
Pero yo no entiendo. Lo vendo, me tomo un ibuprofeno para el dolor y meto un
trapo húmedo en el congelador para aplicarme frio. Y es que tengo muy presente
que hace un par de años mi cuñada se rompió un hueso del pie simplemente
caminando y lo mismo le paso a un familiar de una amiga, así que existe esa
posibilidad porque el golpe ha sido fuerte.
Ya son las 19 horas. Decidimos quedarnos aquí a pasar la noche. Como
dice Angel a veces estamos en lugares preciosos pero por la tarde…no salimos
para nada y nos da igual donde estamos.
Salir, solo lo hemos hecho los dos primeros días porque estábamos al
lado de playas. Luego…es que ya no nos apetece. Llevamos mucha caña. Y hoy, mi
pie pide reposo y observación.
Mañana vamos a intentar llegar a Gallipolis. Primero a Santa María de Leuce
donde se une el Adriático y el Mediterráneo y haremos alguna parada más sobre
la marcha. Hemos elegido un camping de la ASCI a las fueras de la ciudad que
dice tener lanzadera a la ciudad.

No hay comentarios:
Publicar un comentario