Ostuni. Lecce

 16 de mayo, viernes

Itinerario: Ostuni-Lecce

Pernocta: Salentosostacamper. Lequile. 20 euros (40.2827, 18.1318)

Día nublado y con amenaza de  agua. Sobre las 9 empieza una lluvia muy fina, la calabobos, así que nos resignamos a hacer labores de interior: ordenar, limpiar algo, etc. Pero sobre las 9,30 cesa la lluvia y salimos como los caracoles, dispuestos a explorar este entorno que parece tan maravilloso.

Y así lo hacemos. Primero descubrimos el olivar, olivos jóvenes entre los que destacan  algunos ejemplares impresionantes que rozan los siglos. Después nos acercamos a la casa. Entre los olivos tienen cultivados alcachofas, tomates, patatas, perejil, lechugas de dos tipos, suficientes para abastecer a más de una familia. Una señal nos invita a visitar el jardín. Entramos. Sencillo, pero espectacular, con árboles frutales, flores, palmeras, plantas aromáticas. Una delicia. Está en la parte trasera de la casa y por la parte exterior, bordeando la valla, accedemos a la parte delantera.


La casa tiene una forma aparentemente poco atractiva, de líneas rectas, como un cubo y está rodeada de un alto muro con entradas por varios puntos. Tiene un jardín en la parte delantera y otro en la trasera. Este lugar parece dar cabida a todo: al cultivo de olivos que suponemos que es lo que mayor riqueza les produce, pero también una huerta más que generosa, un jardín delantero a modo de recepción y otro trasero con frutales y aromáticas. Muy completo.

En la parte delantera de la casa hay un olivar cuyos olivos tienen varios siglos, y no pocos, como en la parte trasera, todos. Son unos ejemplares ante los que siento un  respeto reverencial por su longevidad. Son fuertes, algunos con retorcidos troncos, otros más sencillos, pero todos sin excepción son impresionantes. Parecen esculturas vivas. Tienen una chapa con un número no sabemos si están catalogados.

Son auténticos supervivientes por los que los siglos han ido marcando los surcos y retorcimientos. Y parece que la Xylella fastidiosa los ha respetado, suponemos que porque han sido tratados.

Días después contemplamos la devastación que esta bacteria ha causado en muchos campos de olivares  en esta región donde vemos los cadáveres de lo que un día fueron longevos olivos. Ahora solo queda un retorcido tronco seco aunque parece que en algunos de sus raíces  sobresalen nuevos brotes.

Tras este breve paseo que la lluvia no ha interrumpido, regresamos a la autocaravana, devolvemos el mando a distancia y dejamos atrás este idílico lugar que sería uno de los mejores de toda nuestra estancia por la región si no el mejor,  para dirigirnos hacia Ostuni, la “cita bianca” a tan solo 6 km de donde estamos.


Cuando se abren las puertas para dejarnos salir, siento que dejo algo en este lugar, como si hubiera entrado a formar parte de mi. Ha sido un sitio especial, una bonita experiencia, pese a la lluvia que ha impedido que lo disfrutáramos más. Ya habíamos dormido en Francia en viñedos, en Sicilia en fincas también con viñas y otros tipos de cultivo, pero nunca en una finca como esta, de olivos y que  parece tener “rancio abolengo”.

Según nos acercamos a Ostuni en la ladera aparecen las casas blancas, apoyadas unas en las otras, juntas, escalando la falda de la montaña. Es un bonito espectáculo del que solo podemos disfrutar mientras conducimos ya que no podemos parar para tomar una fotografía.

A la entrada a Ostuni hay dos aparcamientos, uno el área privada de autocaravanas pero que vale 20 euros independientemente del tiempo que se esté, y frente a él un aparcamiento de pago a 1,20 euros la hora pero está prácticamente lleno. Es viernes, el tiempo no es bueno, pero hay ya mucha gente, aunque encontramos un lugar en un lateral donde no molestamos. Y nuestro trabajo nos cuesta obtener el ticket, pero lo conseguimos después de varios intentos.

Estamos muy cerca del centro al que llegamos en escasos cinco minutos ascendiendo una pequeña cuesta que nos deja en la plaza de la libertad junto a la columna de San Oronzo, de casi 20 metros de altura, barroca  del siglo XVIII. Más bien fea y pienso que eso va a ser todo, pero nos dirigimos hacia la catedral y mientras lo hacemos, nos vamos sumergiendo en un laberinto de calles de una blancura casi inmaculada con rincones realmente encantadores.


Nos dejamos engullir y perdemos el itinerario establecido por el smarthpone. Da igual, caminamos mirando a todos los lados y disfrutando de esta blancura como si fuera un escenario irreal, de sábanas blancas tendidas que nos va a hacer desaparecer porque ensuciamos con nuestros colores.  

Orientarnos fue un auténtico reto que no hubiéramos conseguido de no ser por la inestimable ayuda del Smartphone,  y  dejarnos perder guiados solo por nuestros sentidos, un auténtico placer donde se respira paz y serenidad.  Hay gente, pero no mucha. Comprobaríamos que se concentraban principalmente alrededor de la catedral, supongo que para no perderse.

Así perdidos, atraídos por rincones y callejones, llegamos a la parte alta de la ciudad, a la catedral, del XV, donde se mezclan diversos estilos predominando el gótico.

Me dejo atrapar por la belleza del rosetón exterior en su fachada principal el segundo más grande de Europa. 

Accedemos al interior que vemos de forma rápida para recuperar de nuevo el blanco de las calles, pero esta vez ya vamos descendiendo para salir. Hemos conseguido describir un círculo por la parte inferior e interior alrededor de la catedral y ahora ya descendemos hacia la salida casi directos.


De regreso al aparcamiento ponemos ahora rumbo hasta Lecce, a un área, un agroturismo a unos 10 km de la capital. Lecce es una ciudad grande, sin ninguna área y por donde no me apetece nada conducir.

Aunque sinceramente, creíamos que nos habíamos equivocado ya que atravesamos lo que parece un polígono industrial y dejamos unos metros  atrás la señal del navegador que indicaba que hemos llegado. Pero nos encontramos a las puertas del recinto, cerrado con muros altos y enseguida vemos las autocaravanas. Parece que hay más de uno que piensa lo que nosotros. El sitio está muy bien, parcelado, y las parcelas están separadas por setos y árboles que ayudan a mantener la intimidad. Muy agradable. Pero…no encontramos a nadie que nos reciba.

Preguntamos a unos, solo francés, a otros, solo francés y nos entregan lo que les dieron a ellos a su entrada, un papel donde por un lado hay códigos QR en varios idiomas (menos español, como no) y por el otro lado hay que cumplimentarlo con los datos. Junto al edificio  para fregar hay una nota donde nos dicen que nos instalemos que esta tarde o mañana vienen.

Por fin conseguimos hacernos con la información pero nos preocupa como reservar para ir mañana a Lecce. Consigo el whatsap del área y envío uno en inglés reservando dos plazas, al que responde que luego viene y nos atiende.

Comemos y mientras lo hacemos viene el dueño del área, un joven. Acaba de traer un grupo de turistas de Lecce.

Él mismo hace el servicio de transporte por 10 euros ida y vuelta por persona con varios horarios, incluyendo ir por la noche pero con un suplemento. El negocio es completo: 20 euros por la estancia, la luz se paga a parte  pero calculamos que tendríamos que abonar unos 5 euros más y la noche anterior cargamos por lo que no necesitábamos. Sumamos los 20 euros por ir y volver de Lecce…en fin, de entrada cada autocaravana con dos viajeros generaría 40 euros con el transporte incluido y sin luz.  No está mal. Muy bien pensado.

Acordamos que nos recogiera  a las 9 y en principio nos dice que nos trae a las 15, pero luego pensamos que es mucho tiempo, aunque comamos en la ciudad,  así que nos confirma que es posible regresar a las 13, como de hecho tiene en su información impresa.

Ya no ha vuelto a llover aunque hace algo de fresco. La noche va cayendo. Aquí anochece más pronto y a las 20 horas empieza a perderse la luz del día.

17 de mayo, sábado

Itinerario: Lecce-Gruta de la Poesia-Torre dell’orso

Pernocta: Area sosta Gran Pasha (Torre dell’orso) 40.2766, 18.4053. 20 euros.

Como casi todos los días, a las 6 estamos despiertos y sobre las 7,30 nos levantamos. A las 9 nos recogen para llevarnos hasta Lecce.

Dejamos todo preparado para salir nada más regresar ya que hemos pensado que si volvemos a las 13 tendremos tiempo más que suficiente de ver la ciudad y alejarnos un poco de ella, dirección Otranto pero por la costa.

A las 8,45 me dice Angel que ya había gente esperando así que me acerco y compruebo que ya hay cuatro personas esperando más otras cuatro dentro del vehículo, es decir, en el primer viaje no iríamos  y en el segundo a lo mejor tampoco, por lo que le digo al dueño que queremos regresar a la 13 y si no vamos en el primer turno (que ya no es posible) o en el segundo,  vamos a estar muy justos. A los  cinco minutos de partir el primer transporte viene un refuerzo que recoge a cuatro más entre los que estamos nosotros ya que nos ceden el puesto amablemente.

En unos diez minutos nos deja en un aparcamiento junto a la puerta Porta Rudiae, una de las cuatro de entrada al centro histórico de la ciudad y nos dice que a las 13 nos recoge allí mismo.

Esta puerta es la más antigua de la ciudad y sus columnas presentan los bustos de los fundadores de la ciudad y en la parte superior esta la estatua de San Oronzo. La atravesamos accediendo a una calle recta, limpia, elegante, jalonada de edificios nobles, suntuosas mansiones y palacios y a estas horas está muy tranquila.  

Esta calle nos deja en la plaza del Duomo, hermosa y amplia  presidida por la Catedral  barroca de Maria Santissima Assunta y su campanario. El sol ilumina el blanco de la piedra de Lecce aumentando la blancura de esta magnífica plaza y tengo que aprovechar la sombra que proyecta el campanario para poder hacer alguna fotografía sin ser deslumbrada.

Compramos un boleto de entrada que incluye varias iglesias a parte del Duomo como son la Santa Cruz, San Mateo, Santa Clara y Santa Irene, las más representativas de la ciudad, además del museo de arte sacro que no visitaremos. Ya he comentado en varias ocasiones que no nos gustan los museos.

Comenzamos por la catedral. Impresionan sus dimensiones y lo que me resulta más curioso es que pese a ser barroca, que de por sí ya es recargado, aquí no me lo parece y casi es elegante ya que carece de esos dorados con que en España se cubren los altares, grandes y pequeños. Aquí son de un blanco inmaculado lo que lo hace bastante más liviano y  “llevadero” a los ojos.

Y durante la mañana que permanecemos en la ciudad vamos desgranando una a una estas iglesias, y una a una vamos disfrutando de este barroco de Lecce, blanco, inmaculado,  que no resulta tan recargado como el español. Son todas bellas, singulares y porque no decirlo, hasta me parecen elegantes pese a ser tan recargadas, tan distintas a la sencillez del románico que es mi preferido.





Tenemos que regresar sobre nuestros pasos ya que encontramos algunas iglesias cerradas hasta las 10, incluido el teatro romano. Así que caminamos por estas calles que destilan historia y donde las iglesias saltan cada pocos metros cada una con su singular belleza,  hasta llegar a una gran plaza presidida por la columna de San Onofre y donde se encuentra  el anfiteatro romano bastante bien conservado.

Nos desplazamos hasta el Convento de los Padres Celestinos donde no encontramos nada relevante, y pregunto a un policía por un baño, porque voy teniendo necesidad. Nos envía a un parque cercano. Y allí los encontramos…lo que queda claro…sin puertas, casi sin agua, por supuesto sin papel…pero ante la urgencia, me sirven.   

A la vuelta, y de camino a  la iglesia de San Francisco de Escarpa y el Convento Palmieri, visitamos  el teatro, prescindible a nuestro gusto.  Lo que parece ser la iglesia de San Francisco Delle Scarpa alberga una exposición de pintura. Está desacralizada y bastante descuidada. Parece que hay aquí una biblioteca y como damos por terminada nuestra visita a la ciudad, aprovechamos unos sillones de plástico muy cómodos que se reparten por un patio interior para descansar.

Ahora decidimos buscar algún supermercado para comprar pan. Hoy es sábado  y casi no nos queda nada. Ayudados por el smarhpone salimos del caso antiguo y caminamos por una amplia avenida en donde a nuestra derecha vamos dejando hermosos edificios de época, descuidados, decadentes, pero elegantes que parecen albergar su historia, hasta que llegamos a un mercado pequeño donde compramos pan y unas fresas a buen precio. Queda media hora para la 13 así que entramos de nuevo por la puerta Rudiae y caminamos con mucha tranquilidad por la calle principal que lleva al Duomo.  Y entramos en alguna de las iglesias que vamos encontrando cada 50 metros. Después de visitar dos, decidimos no hacerlo con la tercera. Estamos ya algo saturados de iglesias…barrocas. Y regresamos. Como curiosidad añadir que Angel consulta el mapa del casco histórico de Lecce y cuenta diecisiete iglesias.

Llegamos al punto de encuentro quince minutos antes de las 13 horas y nuestro transporte ya  nos estaba esperando,  suponemos que acababa de dejar a otro grupo de turistas, así que nosotros solos, regresamos al área, abonamos 40 euros, 20 por el área sin luz (ojo leemos que sale cara) y otros 20 por el transporte de los dos ida y vuelta y ponemos rumbo a Torre dell’Orso por la costa a donde llegamos sobre las 14,30.

Pero antes hemos intentado parar en la Gruta de la Poesía, pero no permiten el estacionamiento a las autocaravanas así  que vamos directamente al camping donde estamos ahora (40.2766, 18.4053).

Nos recibe una señora encantadora que nos dice que han abierto hace poco y que están trabajando en mejoras después del invierno. Solo hay una autocaravana italiana aunque ahora  a casi las 20h somos ya cuatro, las otras dos también extranjeras.

Según fotografía mi documentación (lo que me produce mucha inquietud ya que en España jamás dejo que fotografíen mi DNI en color y si lo tengo que enviar lo hago en blanco y negro) me enseña una foto de su hija en su movil. Cuando la respondo que es muy guapa me suelta “e morta”, hace dos  años. Se me encoge tanto el corazón que no puedo evitar que se me salten las lágrimas. Jamás, jamás, un padre debe enterrar a su hijo, jamás. En fin sobran comentarios.

Después de esto nos aconseja sitios para ver y la comento que no hemos podido ver la gruta de la poseía y dice que nos lleva ella cuando queramos.

Aunque no hemos comido, prefiero hacerlo ahora y comer y descansar después. Se viene con ella otra señora  y se mete por un laberinto de caminos de cabras asfaltados. Y pienso…ahora reflexiono: tenemos que dejar de hacer esto, confiamos en todo el mundo y no pensamos en la maldad que sí que existe. Angel también lo piensa y envía un whatssap a los chicos con nuestra posición… por si acaso.

En poco tiempo llegamos y se quedan en el coche esperándonos mientras que nos acercamos a la gruta. Tenemos que pagar 2 euros cada uno en una caseta en medio de la nada, pero ya se sabe que en Italia el litoral no es público.

Nos asomamos a un capricho de la naturaleza, un agujero en medio de rocas que ha formado una piscina natural de aguas transparentes de un azul verde esmeralda muy bonito. Es una zona de baño pero hoy el día no invita a ello, así que nos limitamos a admirar la belleza de este sitio tan singular. Frente a  él,  vemos lo que parece un sitio arqueológico pero regresamos ya que nuestra improvisada y amable choferesa nos espera junto a su amiga

De vuelta la preguntamos que cuánto la debemos y nos dice que nada de nada. Se lo agradecemos de corazón y ella dice que lo ha hecho de corazón también. Y me acuerdo, una vez más, de los pequeños trozos de azulejo que pinto al óleo y los convierto en imanes para regalarlos, incluso a personas desconocidas a través de otras. Por segunda vez me pasa que no he traído ninguno. Hubiera deseado dejarla uno que recoge un trocito de mi tiempo y diversión para una persona con un  corazón muy hermoso pese a su dolor.

Dedicamos la tarde a descansar, a preparar el día de mañana y a darnos una buena ducha. El camping es muy tranquilo pero muy muy sencillo.

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